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Tú y tu espejo sois un equipo. Si tú sonríes, él sonríe.
¿Quieres saber cómo convertir tu espejo en tu aliado?
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Mirarnos al espejo es una acción más que cotidiana. Imagínate por ejemplo en el momento antes de salir de casa por la mañana. Cuantas veces en un acto casi reflejo te has mirado al espejo sin prestar atención a tus pensamientos. Mirarse al espejo conlleva, sin darnos muchas veces ni cuenta, un pensamiento, un juicio sobre nosotras mismas.
Mirarnos no es siempre un acto inocente. Debes saberlo y aprovecharlo a tu favor.
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Piénsalo de nuevo. Sitúate en ese preciso momento. Es primera hora de la mañana y vas a salir de casa. ¿Qué imagen ves? ¿Qué ocurre si no te gusta? Te retocas el pelo, te cambias a veces incluso de ropa o añades un nuevo complemento para mejorar la imagen que reflejas, ¿verdad?.
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Pero ¿Qué ocurre si te pones delante del espejo y cierras los ojos? ¿Cambia algo? ¿se arregla tu pelo despeinado? ¿consigues una imagen diferente a la que tenías unos momentos antes?
No, ¿verdad? Aunque cierres los ojos nada desaparece. Todo sigue ahí.
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Pues bien, te proponemos que lo pienses al revés. ¿puedes hacerte una idea de todo lo que no ves por un pensamiento mal dirigido? ¿te haces una idea de todo lo que te pierdes por el hecho de pensar que estás fea, que has cogido peso, que hoy la ropa no te sienta bien… y ese largo etcétera que tú y yo sabemos?
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Lo que ves delante de un espejo es también tu historia, son unos ojos que se parecen a los de tu madre, una sonrisa que es igual que la de tu padre, unas arrugas que demuestran el paso del tiempo y todas las veces que has luchado, unas pequitas que son igual a las que tenía tu abuela.
Si te miras profundamente verás una expresión que se parece a la de tu familia pero que a la vez totalmente tuya, única. Si te miras con detenimiento podrás ver esas ganas que tienes de vivir, la dulzura de una mirada amiga, la pasión de una mujer llena de vida. La rabia también que se merece algún momento difícil, el descontento ante alguna de las cosas que te rodean.
Pues bien amiga, vuélvete a mirar al espejo y detente ante toda esa energía que ves, todas esas vibraciones que albergas.
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Aunque haya días que parece imposible, intenta escoger mirarte cada mañana desde el amor, desde la valentía de saber quien eres. Intenta reconocerte en cada gesto, de quererte aunque ese día te mires con un poco menos de ganas.
No te conformes cerrando los ojos. Ábrelos bien y sácale una sonrisa al día.
El equipo Cocolebrel 🙂
¡Feliz día!